Nacido en Vizcaya, España en 1653; fue el cuarto mayordomo y el máximo benefactor, por un voto hecho en España, llegado a Lima se dirigió en 1684 a la ermita del Señor de los Milagros, y mientras contemplaba la sagrada efigie repentinamente sintió que el Señor le iluminaba su frente y una voz interior que le susurraba con claridad: "Sebastián, ven a hacerme compañía y a cuidar del esplendor de mi culto". Puesto de rodillas le ofreció servicio incondicional hasta el final de sus días. El fue quien compro a Don Diego los solares más el terreno ocupado por la capilla, llegando a realizar importantes trabajos de arreglo, remodelación y construcción en esta zona.
Después del pavoroso terremoto de 1687, Antuñano tuvo la idea de sacar en procesión una copia fiel del Cristo de los Milagros. Siete años más tarde, Antuñano sintió cercano el fin de sus días, y habiendo hecho testamento el 17 de diciembre de 1716, con todos los auxilios de la Iglesia, falleció en la noche del 20 al 21 de diciembre del mismo año. Tenía sesenta y cuatro años de edad y ejerció el cargo de mayordomo del Cristo de los Milagros por treinta y tres años. Sus restos reposan en la Iglesia de Las Nazarenas.
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