La imágen fue pintada al temple en una pared tosca, cerca de una acequia de regadío, de un acabado imperfecto, además hay que resaltar que el anónimo pintor no tuvo estudios completos de pintura, y que ejecutó la obra por su propia fe e inquebrantable devoción a Cristo. Dicha obra de fe e inspiración divina, ha perdurado hasta nuestros días, con sorprendente irradiación por todo el Perú y muchas otras partes del Mundo.
En tal sentido, podemos dar por aceptado, sin lugar a duda alguna, que los angoleños de la zona de Pachamamilla, al rendir devoción y culto al Cristo Crucificado y el estar debidamente organizados y hermanados para socorrerse en la vida y en la muerte, constituyen el origen y partida de nacimiento de la gran Hermandad Nazarena.
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