sábado, 26 de marzo de 2011

Capitulo V: La imagen


Se sabe, que en el año 1651, reinando en la iglesia católica, el Sumo Pontifice Inocencio X, y siendo monarca en España S.M. Felipe IV, su virrey en el Perú Don García Sarmiento de Sotomayor y como Arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez; en la sede de su cofradía, en una de sus paredes de adobes del galpón, un ignorado negro esclavo angoleño, bajo inspiración divina; en este punto, vale señalar que algunos escritos señalan el nombre del pintor fue Pedro Dalcón (o Benito según algunas fuentes) un africano de Angola, que llegó a Perú probablemente de Panamá ya bautizado católico, quien plasmó la imágen de Cristo Crucificado para presidir sus reuniones de Cofradía, orar y presentarle ofrendas.

La imágen fue pintada al temple en una pared tosca, cerca de una acequia de regadío, de un acabado imperfecto, además hay que resaltar que el anónimo pintor no tuvo estudios completos de pintura, y que ejecutó la obra por su propia fe e inquebrantable devoción a Cristo. Dicha obra de fe e inspiración divina, ha perdurado hasta nuestros días, con sorprendente irradiación por todo el Perú y muchas otras partes del Mundo.

En tal sentido, podemos dar por aceptado, sin lugar a duda alguna, que los angoleños de la zona de Pachamamilla, al rendir devoción y culto al Cristo Crucificado y el estar debidamente organizados y hermanados para socorrerse en la vida y en la muerte, constituyen el origen y partida de nacimiento de la gran Hermandad Nazarena.



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